sábado, 10 de junio de 2017

¿Te vas o te quedas?

Estamos en España. Tenemos un piso a punto de venderse aquí y un apartamento en Canadá.

Todo el mundo me está preguntando que cuando se venda el piso qué voy a hacer, ¿me volveré a ir a Canadá? ¿Me quedo en España? ¿Qué pasará si me voy? ¿Qué pasará si me quedo?

He intentado que parezca que pase lo que pase, no pasará nada y que seré feliz en cualquier parte. Así debería ser, sin duda, pero de la teoría a la práctica hay un trecho. No es tan fácil volver a alejarte de los tuyos, de los que te comprenden, de los que te quieren, de los que están ahí incondicionalmente para lo que necesites. Tampoco es tan fácil quedarme en España y saber que quizás estoy perdiendo una oportunidad en la vida.

Es muy complicado saber dónde quieres vivir, dónde quieres trabajar, dónde quieres criar a tus hijos, dónde quieres su educación...

Lo primero que pienso cuando me preguntaban lo que voy a hacer es que si me quedo en España mis hijos jamás hablarán tres idiomas como auténticos nativos. Tampoco tendrán la mente abierta que tenemos el papi y yo ahora. No viajarán de manera frecuente ni tendremos la oportunidad de hacerlo en el futuro con los sueldos que hay en España. No verán otras culturas ni conocerán otras maneras de pensar. No adquirirán esa inocencia que tienen los canadienses ni su extrema educación.

Por otro lado. Me dolería mucho que mis hijos creciesen sin ese apego familiar que tanto me caracteriza y que sólo conseguirán en España. Aquí aprenderían a vivir el momento, a improvisar, a disfrutar.

Me encanta la vida en España. La rutina. Tener sol cada día.

Sin duda mi vida ideal sería tener un terrenito rodeado de naturaleza cerca de los mios. Poder salir al sol cada día. Disfrutar la vida. No preocuparme por las grandes nevadas ni planificar largos inviernos. No agobiarme porque no me arranque el coche por las mañanas ni tener que desembolsar grandes cantidades de dinero cada año para que siga funcionando bajo condiciones climáticas de mierda.

Me parecería una manera maravillosa de honrar a mis padres el decidir vivir junto a ellos por lo que les quede de vida. Porque si bien como padres han dejado mucho que desear me han convertido en quien soy ahora. Me han educado en un ambiente en donde todo es para todos y donde los hijos van primero. Me han hecho humilde.

Irme a Canadá me abrirá puertas, a mí y a mis hijos. Si bien el día a día es más duro al final de mi vida esto habrá sumado páginas a mi historia. Tendré algo que contar, sobre todo aquellas cosas que habré aprendido. Viviré experiencias, pero no como las de España que te hacen disfrutar el momento sino esas experiencias que te hacen aprender de la vida.

Sinceramente, he decidido que no voy a decidir y que pasará lo que tenga que pasar. Estaré bien donde tenga que estar. Al final lo único que me importa es que mis padres no se preocupen por mí y eso sólo lo conseguiré estando bien. Que mi marido esté relajado y mis hijos sean felices... y para eso también necesito ser yo la que esté bien en primer lugar.

Necesito aprender a olvidarme de mi pasado y dejar de planificar mi futuro. Es la única manera de no tener ansiedad o depresión como el resto del tiempo que ya he vivido en Canadá. No me recuerdo estando bien dos meses consecutivos. Necesito aprender a vivir el aquí y ahora y a hacerlo más confortable para mi yo presente. 

Lo único que puedo hacer para ayudar a la gente a la que quiero es ayudarme a mí misma y hacerme feliz yo, con suerte, lo bueno también se contagia y todo será maravilloso.

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