Al igual que en la nuestra, en todas las relaciones se repiten cosas, a veces buenas y a veces malas, existen cosas que perdonar y perdonarse, situaciones que mejorar y hábitos que abandonar.
Me gusta pensar en los componentes de la relación como dos cabras con grandes cuernos rizados, andando por un camino al que podríamos llamar vida. Esas cabras que andan por el mismo camino hacia la misma dirección deberían tener en mente llegar al mismo sitio e ir disfrutando del paseo y apreciando la compañía pero por desgracia no siempre es así. Los hábitos de esas cabras, su manera de tratar al otro, de perdonarse, de evolucionar y de mejorar las situaciones determinan de manera directa el tipo de relación en que se encuentran.
Los tres grandes tipos de relaciones según la
filosofía caprina:
Tipo A: Dos
cabras, cada una apartando a la otra de su camino sin pensar si quiera que
podrían ir en direcciones diferentes. Es curioso como dos personas pueden
estar juntos durante años y no aprender jamás a sobrellevarse. Se sigue un
hábito de comportamiento en pareja dejándose llevar por la rutina y se cometen
una y otra vez los mismos fallos. Hay que mirarse en un espejo cuando las cosas
no salen bien, dejar de culpar al otro y analizar qué es lo que hubiéramos
podido hacer para mejorar cada encuentro. Por culpa de nuestro ego que teme
profundamente a dañar su identidad con cambios a veces no somos capaces de ver
qué es lo que sí podríamos haber hecho para obtener el resultado que
deseábamos. Es posible que haya una dependencia hacia la otra persona, una
especie de sadomasoquismo emocional que nos mantiene en esa relación tóxica o quizás
haya una cobardía que nos entorpece cambiar malo conocido por bueno por
conocer.
Resumiendo, hay que poner en una balanza si
llevar la razón pesa más que arriesgarnos a perder a la persona con la que
estamos discutiendo en cuyo caso; deberíamos tomar valor, dejar de discutir y alejarnos
de esa persona. La misma fórmula no da resultados diferentes.
Tipo B: Aquellas
cabras que están enredadas por los cuernos y aunque caminen juntas están
deseando poder separarse para tomar caminos diferentes. Estas cabras son mártires de una situación de
la que quieren salir despavoridos. No hay nada peor que estar amarrado a
caminar con alguien con quien no quieres estar, porque no te sientes libre,
como si no hubiera sido en primera instancia un acto libre acercarte a esa
cabra o cabrón en concreto. Os preocupáis tanto de tener los cuernos enredados
y del hecho de que ya no sois los dueños de vuestro propio destino que olvidáis
la razón que os hizo acercaros a aquella cabra. Tiráis con fuerza para deshacer
vuestro enredo, pero sólo conseguís haceros daño y quedaros sin fuerzas.
Queridas cabras, quizás el destino os ha unido para que aprendáis a relajaros y
a trabajar juntos para desarmar vuestro enredo. Quizás, cuando volváis a
trabajar juntos en lugar de para cada uno, descubráis que ya no queréis seguir
tirando para el otro lado o en su defecto, trabajéis juntas para desenredaros.
Tipo C: Por
último las que de verdad tienen un tesoro y son aquellas cabras que caminan una
al lado de la otra, siendo conscientes de la magnitud de sus cuernos. Van
con cuidado de no lastimar a la otra no vaya a ser que se aparte de su lado. Esas
cabras son las únicas que caminan hacia el frente y sabiendo hacia donde van. Siendo
libres, simplemente por disfrutar la compañía de la otra mientras caminan hacia
el mismo lugar.
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