Hace una semana que estoy planteándome hacer un curso de atención sociosanitaria. Ser enfermera nunca ha sido mi sueño, ni siquiera me lo he planteado, pero me ha surgido una oportunidad que no podía dejar escapar.
El lunes pasado una mujer que es como de la familia para nosotros, me mandó un sms (sí aún se usan aquí en Canada) explicándome muy ilusionada que en Quebec estaban buscando gente para trabajar en hospitales y estaban impartiendo un curso acelerado. Normalmente este tipo de curso tarda dos años en obtenerse y ésta única vez como excepción lo harían en 3 meses. Además me pagaban 21$ la hora por asistir al curso y cuando terminase entraría sin más mediaciones en la bolsa de empleo para trabajar para el gobierno de Canadá.
Quien me mandó el mensaje me empujaba a apuntarme porque esa era la oportunidad de mi vida. Gracias a ese curso obtendría un trabajo estable con muchísimos beneficios sociales y ventajas para mi jubilación. Al fin y al cabo mi grado medio de preimpresión no parece estar abriéndome ninguna puerta por culpa de los programas de edición fotográfica y cartelería gratuítos que ofrece todo el maldito internet.
Se lo cuento a mi marido y me dice que genial, que se me da muy bien cuidar a la gente y que a los ancianos les va a hacer mucha gracia mi acento. Mi amiga Maire (que aún no puede estudiar) me dice que algo así quiere ella hacer cuando le surja la oportunidad. Mi madre me cuenta que ese título podría abrirme muchas puertas también en España y que ella conoce a alguien que quizás podría darme trabajo allí mismo.
El plazo para pedir más información se acababa en dos días. En los requisitos pone que es presencial, intensivo, jornada completa. Una madre puede con todo "Ánimo mamá".
Todo genial, estoy ya imaginándome limpiándole el culo a los abuelos y cogiéndoles la mano mientras me hablan de los hijos que ya no van a visitarles. Hay un único pequeño problema y tiene 6 años.
Mi hija sigue teniendo plaza en la guardería hasta septiembre pero decidimos no meter a mi hijo en el campamento de verano por dos motivos; los plazos de inscripción eran justo en pleno terror al covid y también porque me dijeron que debido a su condición de autista necesitaría a un costoso cuidador a tiempo completo. Yo no estaba trabajando y pensé que podría ser una buena manera de ahorrar dinero al quedarnos en casa y quizás seguir limpiando para particulares. Mi marido aceptó dos trabajos con los cuales hace tiempo completo y yo me encargaría de la casa y de los niños.
El plazo para pedir información se acababa el día 5 y el 4 estaba mi padre haciéndose una biopsia de urgencia porque parece ser que la maldición que lleva en las entrañas se le ha reproducido de nuevo. El día 8 acudiría a recoger los resultados en oncología.
Me apunto igualmente para pedir información, necesito saber los horarios, es un curso demasiado bueno para dejarlo escapar.
El día 7 me mandan un email con toda la información (excepto la hora del curso) y me dicen que tengo sólamente un día para inscribirme. Tengo visita y espero hasta la noche para analizar el mensaje e intentar inscribirme. Aprovecho para preguntarles a todas mis amigas si alguna podría cuidar a Jayden unas cuatro horas al día durante el verano pero todas tienen ya trabajo. Mi hija está vestida de princesa y se dedica a cantar y bailar durante casi toda la visita y mi hijo intenta hablar por encima de mí todo el tiempo.
Llega el papá de trabajar casi a la hora de cenar y me dice que como no he encontrado a nadie que me cuide al niño que me olvide del curso, que ninguna guardería o cuidador lo va a admitir con su condición y definitivamente no podemos contratar a una niñita de 12 años para cuidarle. Entiendo que está también muy estresado por quizás haber pasado el día pensando en nuestras opciones pero me sienta fatal que sea así negativo y hable tan rápido sobre soltar unos planes que pueden abrirme muchísimas puertas en el futuro.
Igualmente me voy a inscribir al curso y de aquí al día 15 que empieza ya buscaré a alguien para cuidar a Jay. Tengo aún una semana. Me siento en el ordenador y me dispongo a rellenar la inscripción del curso porque el plazo cierra mañana a medio día y no quiero arriesgarme a que la noticia de mi padre sea demasiado chocante como para ponerme a rellenar papeles importantes después. Mientras estoy leyendo mis hijos están jugando, gritando, peleándose, armando un follón. Les pido que se callen, espero un rato, no lo hacen y los cambio de actividad.
Mi hijo estaba especialmente nervioso y con poca tolerancia a la frustración hoy. Probablemente la culpa sea nuestra porque él es muy susceptible a nuestras emociones, pero en el momento sólo quería que se callasen y me dejasen terminar. Le puse a mi hijo un juego de play que normalmente lo mantiene tranquilo pero hoy necesitaba ayuda urgente. Le dije que ahora no, que se esperase o cambiase de juego. Volvía diciéndome que no podía, poniéndome el mando por delante de mi cara y no escuchando mis razones. Le devolvía el mando "espérate, Jay" pero Jay no sabe esperar cuando está frustrado y yo tenía miedo de que mi página caducase y tener que volver a empezar. A la cuarta vez que me cogió el brazo y me puso el mando en la cara se lo di de mala manera pegandole un grito muy fuerte, el mando se cayó al suelo, él dió tres pasos hacia atrás y pisó la corona de mi hija que estaba en el suelo. Mi hijo lloraba desconsoladamente y me echaba la culpa de que la corona se hubiese roto porque le había asustado. Definitivamente era culpa mía por no tener el amor suficiente. "Ánimo, mama, tú puedes... o eso dicen".
No soy capaz ni de inscribirme en el curso, cómo puedo pensar que seré capaz de ponerme a estudiar a tiempo completo. Cómo puedo si quiera plantearme en dejar a mi hijo a alguien que no conozco si ni siquiera yo, con lo que le quiero, tengo la suficiente paciencia.
Cómo puedo pensar que seré capaz de venir de estudiar o trabajar 8 o 9 horas encargándome de niños grandes y volver a encargarme de mi casa y mis propios hijos si mis días ya son cuesta arriba.
Es entonces cuando la madre renuncia. La madre NO puede. Cuando agacha la cabeza y acepta que seguirá limpiando la mugre y cocinando, sin derecho a jubilación, sin derecho a progresar, sin derecho a ser alguien más. Porque cuando una mujer se convierte en madre, sobre todo cuando hay un hijo con problemas, deja caer todos sus sueños y aspiraciones.
Cuando una madre renuncia nadie se entera. No está escrito en ninguna parte cuántas veces tuvo que decir no puedo. Cuantas veces dejó pasar la oportunidad de su vida. Cuántas madres tienen que renunciar a trabajos o posponer carreras.
Lo bueno es que no es una renuncia para siempre. Es aparcar nuestras vidas mientras nuestros pollitos siguen en el nido. He decidido que no voy a renunciar a mis sueños, sólo voy a dejarlos de lado mientras no puedo cumplirlos.
"Ánimo mamá, ahora no puedes... pero podrás antes de que te des cuenta”.
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