De que estando rota solo se puede romper a los demás, y necesitando tiempo para mi casi rompo a mis hijos en un complejo de abandono.
De que no necesito a nadie más a quien abrazar en la cama que a mis dos hijos.
De que mi amor verdadero, ese que buscaba en tinder y bares, ya vivía adentro de mi casa.
De que quiero encontrar a alguien para hacer con él cosas que mis hijos están deseando hacer conmigo y de repente me doy cuenta de cuan imbécil soy.
De que soy el todo de dos alguien quienes me necesitan profundamente y que ninguna necesidad mía debería solapar la de ellos, por mucho que esté de moda el yo primero para cuidar bien, eso no es del todo cierto.
De que ningún hijo tendría que sentir que su madre prefiere no estar con ellos, por muchos traumas que acompañen a esa familia.
Ojalá pudiera firmar con mi sangre un compromiso para no olvidar nunca estos detalles. Mis hijos merecen lo mejor, y si no puedo estar bien, SER bien por mí, deberia hacerlo por ellos. He olvidado el amor, no sé dónde está ni cómo se fabricaba. Queriendo olvidar a alguien a quien de verdad quise por años rompí la máquina de fabricarlo y se me nota. Solo tengo que repararla y meterle algún filtro para que trabaje, pero que lo haga con quien de verdad lo merece.
He olvidado que estaba criando a dos futuros adultos y custodiando dos almas de cristal. He olvidado lo sagrada que es la infancia. Lo importante que es una madre. Lo triste que es sentirse solo. He olvidado lo que son los traumas y lo fácil que se enganchan a tí para siempre. He olvidado que todo depende sólo de mi y no me he dado cuenta de que no estaba cumpliendo con mi compromiso divino con mis hijos.
Perdonadme. Os prometo que a partir de ahora y por un largo tiempo, vosotros dos seréis mis únicas citas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario