Ahora que vivo aquí, abril no sólo representa un año más en mi vida sino el fin de una etapa triste, fría y solitaria: El invierno. Con la primavera salen los animales (y las personas) de la hibernación, se funde la nieve, se disipan las nubes y sale de nuevo el sol. Y con él brotan las hojas de los árboles, crece de nuevo el césped, vuelven los patos del sur y llenan de vida la naturaleza que parecía desoladoramente muerta.
Querido abril, que no cambie nada. Que sigas siendo mi mes favorito, que todo siga yendo bien. Quiero seguir pensando en ti como algo maravilloso, como siempre. Que mañana sea un día para suspirar de alivio. No quiero días pintados de negro en el calendario, todavía no. Y ante la incertidumbre de una vida que cambia y la frustración de no poder hacer nada para mejorarla, sólo puedo respirar profundo, mandar mucho amor al universo y esperar que todo salga bien.
Te quiero abril... te quiero papá.
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