QuerÃa contaros una cosa que me ronda la cabeza desde hace un par de dÃas, saber que medio mundo está en cuarentena está aflorando muchas cosas que llevo adentro, supongo que a vosotros también.
Una vez, hace mucho, mucho tiempo, pedà un deseo. "Ojalá algún dÃa llegue a ser como mi abuela MarÃa". La recuerdo pequeñita y arrugada, con sus diminutos ojos alegres, su boca siempre sonriente y su pelo blanco como la nieve. MarÃa siempre recordaba los cumpleaños de sus no sé cuantas decenas de nietos e hijos y su única ilusión en la vida era vernos a todos juntos y felices. Mi abuela habÃa vivido la guerra y habÃa cuidado de sus hermanos como si fuese su madre, luego tuvo un restaurante y doce hijos. Mi abuela pensaba en todos y éso era lo maravilloso de estar a su lado.
Un dÃa pedà ser como ella. Tan amable, paciente, asertiva, conformista, luchadora. Era como si hubiera encontrado el equilibrio para tener todas las mejores cualidades en el punto exacto.
DeberÃa haberme dado cuenta de que para amoldar la personalidad a veces es necesario que la vida te de unos cuantos palos. No tener a nadie que nos ayude nos obliga a ayudarnos a nosotros mismo, quizás por primera vez en mucho tiempo. Tener que esperar te hace paciente.
Eso me hace pensar si realmente este paréntesis en la vida de todos nosotros está siendo tan terrible.
Llevas ya 7 dÃas aislad@. Vives en tu casa, tu refugio. No puedes salir. La gente de tu alrededor ahora tampoco. Salir a comprar no es fácil asà que tienes que planificar varias comidas con dÃas de antelación. Compras en consecuencia. Se te acaban los caprichos y decides probar a fabricarlos "La resposterÃa no está tan mal, no sé por qué no lo he hecho nunca antes", piensas. Las tiendas están cerradas y no te queda otra que coser el boquete de ese calcetÃn, cortarle el flequillo a tu hija y convertirte también en su maestra.
Sin darnos cuenta, estamos viviendo como nuestras abuelas, pero cada uno en su cueva, con sus cachorros, con su pareja.
Aprendes a querer a los que tienes al lado, porque llega un momento en que te cansas de pelear y porque el roce hace el cariño.
No sabes lo que pasará pero tienes fé, porque sin fé la vida es una auténtica mierda.
Y se te abre la mente pensando en cómo podrÃas vivir si el mundo no vuelve a ser lo que era, o si faltase la comida, o si después de todo esto no tuvieses trabajo. Quizás hayas pensado en empezar un huerto. Quizás ahora valores mucho más unos cuantos metros de tierra.
Ahora que el dinero solo puede comprar alimento, cuando miras a tu alrededor, por fin eres capaz de ver. Ahora te atraviesan situaciones que antes no existÃan para tÃ, ahora, que no hay ricos ni pobres, sólo gente que sobrevive y otros con menos suerte.
Has comprobado que aunque puedes vivir en soledad, amas estar rodeado de gente, sobre todo de la gente a la que amas. Antes ni siquiera lo pensabas. Antes ni siquiera lo decÃas. Antes no dabas un abrazo por vergüenza, miedo u orgullo y ahora te sientes estúpido por no haberlo hecho porque una fraccionada parte de tà te dice que podrÃa haber sido el último.
A estas alturas, ya te están dejando de hacer gracia los memes del virus. Hay gente pasandolo muy mal. Hay gente que está muriendo sola y gente que está llorando la muerte de alguien también en soledad.
Te habrás acordado muchas veces de aquellas tonterÃas que para ti eran el centro de tu vida y retumbará en tu cabeza aquella vez que le pediste a Dios unas largas vacaciones o pasar más tiempo con tus hijos. Perdónate agradeciendo todo lo que tienes ahora.
Ahora hay hij@s que respetan más a sus madres y madres que escuchan más a sus hij@s. Los que han trabajado toda su vida por fin entienden el trabajo sin fin de una ama de casa y las amas de casa viven con angustia también el plano económico. Dentro de cada hogar, nos convertimos en uno con los demás. Es la única manera de que funcione.
De repente nadie es más que nadie. Las disputas ya no son importantes. El dinero es un medio para la supervivencia y no un fin. Dejamos de valorar cosas absurdas para darnos cuenta de que lo más importante es seguir juntos y ser uno.
Nos volvemos humildes, como mi abuela MarÃa. Nos volvemos solidarios, porque todos estamos viviendo por igual esta injusticia. A pesar lo terrible de la situación, que todos pensemos en los demás desinteresadamente hace que sea maravilloso.
Lo peor de todo esto son los palos, lo mejor: que todo el que salga de éste capullo, saldrá convertido en mariposa.
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