jueves, 2 de abril de 2020

Diario de la cuarentena

Antes de que ocurriese todo esto tenía la ilusión de algún día, escribir el libro de mi vida. Pensaba que mi vida era muy importante. Me habían pasado muchas cosas que quería trasmitir a generaciones que no iba a poder conocer; valores que sentía inquebrantables.

Empecé con mi pareja a los 14 años y no sin problemas, peleas y decepciones mutuas; nuestra relación sobrevivió al tiempo y las adversidades. Nos manteníamos la mitad del tiempo en una relación a distancia porque él pasaba los veranos con su padre en Canada. Pensaba que sabía cómo hacer perdurar cualquier relación, que tenía la clave que cualquiera necesitaba.

Empecé a trabajar con 16 años, de camarera en un bar de desayunos. Seguí trabajando dos veranos más hasta que con 18 años mientras cursaba mi grado medio de artes gráficas encontré un trabajo de camarera más estable. Estudié y trabajé durante dos años. Sin días libres, sin fines de semana, sin que me cambiaran el turno para ir al cumpleaños de alguna amiga. Era la persona más productiva del mundo, o eso pensaba.

A los 20 decidí que era el momento de conocer Canadá. En septiembre cogí mis ahorros del verano y los convertí en un billete de avión. No hablaba inglés o francés, nunca había estado en otro pais, nunca me había aventurado siquiera a coger un autobús sola, y mucho menos me había montado en avión. Pero aquel día me armé de valor y recorrí 5000 km, por amor, o eso pensaba.

Después de 20 días maravillosos rodeada de naturaleza, conversaciones indistinguibles y avistamientos espontáneos de animales salvajes: Me había enamorado de Canadá porque era el mejor pais del mundo, o eso pensaba.

Mi novio y yo volvimos a España a finales de ese mes pero algo había cambiado: Yo. Había visto otras culturas, probado otras comidas, respirado en otro aire. Sentía que mi mente se había expandido para no volver a cerrarse... o eso pensaba. Ahora tenía que volver al trabajo, a los estudios, a la rutina de no descansar para poder pagar cosas que ya no consideraba imprescindibles.

Por primera vez la rutina empezó a pesar. Ya no quería la vida frenética de la ciudad. Quería tener tiempo de pararme a mirar el agua caer por la cascada. Caminar por senderos. Aprender cosas nuevas. Mirar de nuevo el mundo de una manera distinta. Mi novio y yo hablamos y decidimos que nos ibamos a irnos Canadá, no sin antes hacer un par de viajes, buscando oportunidades para quedarnos en España que, lejos de llevarnos a ninguna parte, reafirmaron nuestra idea de irnos a Canadá.

Con 21 años ya estábamos volando hacia Canadá para quedarnos, o eso pensaba. No se sentía tan bonito como lo había imaginado. No tenía idea de cuando iba a volver y ya echaba de menos a mi familia. Cuando llegué, más que un jarro de agua fría sentí una bofetada de viento helado que cambió por completo mi imagen de Canadá. Hacía frio. Un frío que jamás había imaginado que se podía sentir. Estaba nevando. Ahora no había nada verde y en el cielo ni siquiera un pájaro. ¿Cómo podía ser tan distinto el verano del invierno?

Ese año, en septiembre de 2011, tube que volver a España porque a mi madre le habían detectado cáncer de mama y jamás me lo hubiera perdonado si no hubiese estado a su lado. Volví a Canadá en su última sesión de quimioterapia, con la sensación de que mi sitio seguía en España.

Cuando volví a Canadá en enero de 2012 mi suegro no parecía estar bien. Hablaba muy raro, como arrastrando las palabras y sus músculos no estaban reaccionando adecuadamente. Tras meses de pruebas descubrieron que tenía Esclerosis Lateral Amiotrófica. Una enfermedad neurodegenerativa que iba comiéndose las conexiones con sus músculos lentamente hasta que dejase de andar, hablar, tragar y finalmente, respirar.

Antes de que todo eso ocurriese mi novio y yo nos casamos en Canadá. Mi boda fue bastante triste ya que aunque mi novio y yo nos queríamos él estaba totalmente en contra del matrimonio. Pasó toda la ceremonia con una cara de "sáquenme de aquí" ¿Que por qué nos casamos? Claramente, por los papeles, era mucho más fácil pedir la residencia para tu esposa que para tu novia. Yo intentaba mantener la calma ante la situación de que me estaba casando en Canadá sin mis padres presentes, con un marido que no quería casarse y en un lugar en donde nadie hablaba mi idioma. El convite lo celebramos en la casa de unos amigos de la familia y estoy muy agradecida por ello pero eso me hizo sentir como si me hubiesen invitado a mi propia boda. A pesar de todo me trataron super bien, con muchísimo amor pero jamás imaginé mi boda así.

En septiembre conocimos a una persona muy especial que nos iluminó el camino de la alimentación alcalina. Nos regaló cientos de dólares en comida orgánica para mi suegro y nos habló de un doctor que curaba enfermedades incurables. Gracias a él fuimos a honduras a intentar curar a mi suegro pero aprendimos que no se puede ayudar a quien no quiere que le ayuden. Mi suegro se dio por vencido a pesar de las mejoras que estaba experimentando con la dieta. Murió en Canadá en enero de 2013.

Desde entonces quiero tener un huerto. Para curar mi mamá si recae. Para curarme yo si es genético. Quería una vida sana y natural donde el esfuerzo de rastrillo y pala me recompensase con alimentos.

Nueve meses y dos semanas despues de la muerte de mi suegro nació mi primer hijo que resulta ser asperger como yo pensaba que era mi suegro. Pero resulta que mi suegro al final no era el padre de mi marido según admitió su madre en 2016. Aún estamos intentando entender porqué mi marido se parece tanto a su padre canadiense como a su padre dominicano y sigue siendo una incógnita quién es su padre biológico.

En 2019 a mi papá le detectaron cáncer de colon y riñón y al sentir que le perdía quise volver con todas mis fuerzas, arrasándolo en el camino todo aquello que yo pensé que amaba.

Estamos en 2020, ante una pandemia mundial que si bien sentía que ocurriría algún día no sabía cuando iba a acontecer y siento que aunque mi vida ha sido interesante no he sacado nada en claro de todo esto.

Jueves 2 de abril de 2020, Quebec, Canada.

Las relaciones pueden joderse en un momento en el cual uno o los dos no tengan bien puestos los arneses a sus emociones y se digan cosas hirientes porque se han dejado llevar por necesidades básicas no cubiertas.

Que amar no es solo sentir mariposas en el estómago.

Me he vuelto la persona más vaga que conozco en cuanto al trabajo porque necesito darme valor y no ser un numero más en los papeles de algún empresario.

Que me siento una artista incomprendida y que mis emociones son como sombras que tengo que aprender a dominar.

He comprobado que nada es perfecto... y que un verano maravilloso no contrarresta vivir prisionera del invierno.

Ahora sé que si vuelves a tu vida de antes puedes llegar a olvidar todo lo aprendido y que en ocasiones, es necesario para seguir viviendo.

Siento que tengo prisa por conseguir la calma porque la vida es muy breve y se va en un suspiro, pero tener prisa me estresa y calmándome siento que estoy perdiendo el tiempo. Así que solo me queda hacerlo lo mejor posible hoy, con la calma justa que me haga sentir tranquila y la prisa suficiente para seguir avanzando.

He visto que tengo razón de creer en mis intuiciones. Que comprar un terreno autosustentable nos hubiera proporcionado ahora todo lo que necesitabamos para mantenernos aislados y felices.

No soy buena madre, ni buena hija. No soy una buena pareja, no soy buena ama de casa, no soy buena persona. Porque ser bueno o malo no existe. Ni tener razón, ni estar equivocado. No existen mentiras o verdades absolutas. Solo existe lo que te funcione a ti, lo que os funcione a vosotros y los que nos funcione a todos. Y si miramos la vida desde esta perspectiva, tenemos muchas cosas por cambiar, tu, yo... todos.


Mi vida no es más importante que la de cualquier otra persona. Lo que la hace importante es que es mia. Pensar que mis valores son mejores que los de los demás también es egoísta. Querer ganar dinero a costa de ayudar a los demás con un libro que les enseñe a vivir, es aún más egoísta. Y donde aparté el ego nació este blog, con el que no gano nada, al que no le doy publicidad, que leerá quien necesite encontrarlo y con el que sólo espero conseguir, algún día, iluminar la vida de alguien como un día alguien iluminó la mia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Cómo es posible?

 Un día me pregunté cómo alguien era capaz de encargarse de otra vida a la misma vez que seguir viviendo la suya, y me convertí en mamá.  De...