lunes, 17 de octubre de 2022

¿Cómo se lloraba?



 A las 9:15 de la mañana estaban mis hijos en la puerta de mi casa, saliendo a empujones. Jayden tenía cita con el neurólogo a las 10:30 así que Eli entró al cole y Jay se vino conmigo a buscar el coche y unos papeles que había olvidado en casa. 

Después de eso nos dirigimos a San Carlos y tras las 50 vueltas buscando aparcamiento acabé enfrente del antiguo Mercadona en la estación (5 min andando pero tardamos 10).

Llego 10 min antes de la cita y espero. Me encuentro a la mujer de mi primo y su niño de 3 años que también tiene dificultades con el lenguaje y mira pues, al menos estoy acompañada. 

"Debería estar trabajando" piensa mi lado responsable, que maneja toda mi consciencia, emociones y remordimientos. 

 Entramos, todo está bien. Nos vamos. 

Lo llevo al colegio, firmo el papel de haber llegado tarde y me voy a buscar aparcamiento. Llegar y pegar, para compensar las vueltas que di en San Carlos. 

Me voy a mi casa. Todo está patas arriba después del cumpleaños doble que hice el sábado (menos mal que lo hice en el parque), pero todo estaba lleno de cajas y juguetes. Recojo. Me ducho veloz y me visto. 

Me pongo a trabajar y veo 50 correo, 10 llamadas, 4 whatsapps de clientes que he medio respondido y un contrato de arras que no he hecho. 

Me quedo hablando con mi amigo-jefe que debería estar empujándome a trabajar y soy yo la que le tiene que decir que mueva el culo. Llamo a mi madre para que vaya a recoger a los niños porque tenía que llevar a este a su casa y la reunión eran 10 min antes de salir los niños (muchas gracias por el detalle lo de la conciliación debería empezar aquí, por no ponernos reuniones en el cole a horas en las que tenemos que estar cuidando a nuestros hijos). 

Me voy a llevarlo a Cádiz pero tuvimos que echar gasolina. Voy con el coche a velocidad multa porque tenia una reunión en el colegio en 40 minutos y para volver tuve que llamar y retrasarla 10 min. 

16:57 Llego al colegio, sofocada. Mi madre está en la puerta preguntándose por qué llego tan tarde y yo solo pienso en llegar a la reunión. 

Entro, voy a hablar con la maestra y la PT de Jayden. Todo bien guay, está aprendiendo sin adaptación curricular porque no está tan mal como para ponérsela, aunque necesite refuerzo. Pero cuando entro en la clase de Eli me veo a la asistenta familiar porque ahora es Eli la que al parecer ha tenido problemas de arrebatos en clase y un episodio agresivo con una compañera. Eli me vio y quiso quedarse conmigo pero preferí que se fuera con su abuela que estaba esperándolos.

Últimamente Eli estaba bien. Hemos pasado unos meses bastante buenos, sin episodios extraños aparte de un día que parecía que había tenido una gran pesadilla y se despertó con un ataque de pánico.

18:00 Vuelvo a casa a intentar trabajar un poco pero Eli me habla mientras llamo a los clientes, me pide el móvil, Jay sale por chucherías y mi amigo me habla por whatsapp de maneras hipotéticas de gastarse el dinero que aún no tiene. Dejo de trabajar por la impotencia que me está produciendo la situación y empiezo con la rutina de noche cena-baño-cama.

Eli quiere que juegue con ella, me llama repetidas veces para enseñarme cosas y tengo que atenderla porque todos creen que está falta de atención. Jayden lleva 3 horas viendo videos en la tablet y tengo que cocinar. Llega mi amiga y vecina Bea. 

Le hago señas de que Eli está intensita y en modo mamitis extrema. Se pone a jugar con ella, hablarle y dibujar juntas y puedo cocinar y llenarle el baño. 

Tengo ganas de llorar y no recuerdo como se hacía. Quizás debería habérselo dicho así de claro a mi amiga pero tampoco puede darme una buena hostia para resolverlo.  

Eli se baña, pongo a calentar comida que sobró del almuerzo. Saco a Eli, le doy la ropa, muevo la comida y le pido a Jay 7 veces que deje el tablet y se bañe. Aprovecho para peinar a Eli con cariño mientras termina de dibujar. 

Analizo y no veo en que momento le hago más caso a mi hijo con autismo que a mi hija a la que no le doy atención por culpa de su hermano. Y no es un día tan diferente a los demás. 

Pongo la comida en la mesa mientras le pido a Jay 8 veces que se ponga la ropa. 

Viene el novio de mi amiga a recogerla, les despedimos mientras cenamos, lavado de dientes, le canto su canción de dormir a Eli y acuesto a Jayden que no encontraba su trapito y al que tuve que encasquetarle otra cosa ante su insistencia en buscarlo. 

Y ahora estoy con mi conejo encima de mi y mi casa llena de conguitos de sus heces. Con un día estresante sobre los hombros, la cabeza llena de cosas por hacer y el pecho revuelto. Aún tengo que ducharme, recoger y planificar el día de mañana. Y no sé llorar para calmar mi pecho, vaciar mi mente y relajar mi cuerpo. 

¿Habrá de verdad tantas madres como yo?


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